Por María Jossé España
Conversar con el maestro Fernando Antonio Navichoque es trasladarse a una dimensión donde la danza es la fuente de vida. En el Centro Cultural Universitario, ubicado en la 2ª avenida, entre 12 y 13 calle de la zona 1, se encuentra su oficina al fondo de un salón con espejos y barras de ballet. Sus fotografías son la prueba de su trayectoria como bailarín apasionado, pero la esencia de su profesión la conserva en su enseñanza a los jóvenes. El homenajeado maestro a sus 68 años nos habla su pasión y entrega al arte.
Maestro, cuénteme de sus inicios en el mundo de la danza.
Me inicié en la danza desde muy jovencito, a los 14 años para ser exacto. En la Escuela Nacional de Danza “Marcelle Bonge de Devaux”. Está en la 5ta calle a la vecindad del Conservatorio Nacional. Como todo alumno principiante hay que realizar una preparatoria para luego obtener los grados cursados y ganados para recibirse como Bachiller en Danza o Maestro de Danza especializado.
¿Encontró dificultades en el proceso de formación?
El proceso para formarse ya estaba establecido, porque es una escuela profesional que tiene su metodología para enseñar. Las dificultades eran de tiempo, espacios, familiares, y de estudios. Tenía que escoger, porque las escuelas o colegios se llevaban en dos jornadas en ese tiempo: de 8:00 a 12:00 y de 14:00 a 16:00. La Escuela Nacional de Danza funcionaba exactamente a las cuatro de la tarde. Entonces había que jugarse la entrada. No había concesiones para entrar tarde.
Todas las preparatorias empezaron desde chiquitos, desde los 8 hasta los 12 años. Pero siempre hay una oportunidad y eso es lo que vale. En ese tiempo se hizo un tipo de captación de elemento humano un poco mayor y lo empezaron a dar a las 6 de la tarde. Entonces ahí caí, pero de cabeza en la danza.
Se dice que los hombres que se dedican al ballet sufren bullying en algún momento de su carrera, ¿es esto cierto?
Claro, pero ahora ya no. Ahora lo ven normal, pero en los 60’s y 70’s era bastante duro. Si decides hacer algo honesto, bueno y algo que no es común y corriente, vale la pena. Es un tabú que se marcó desde los principios de la historia de la danza. Si nos vamos a lo primitivo, el hombre ha danzado para adorar a la luna, sol, estrellas, fuego y no había complejos ni discriminación si era hombre o mujer. Habían círculos definidos, eso sí, los hombres de un lado y las mujeres en otro. Luego con la creación de la danza en los siglos XIII y XIV, se empezó a propagar. Aquí y en China va a existir exactamente lo mismo.
Empezó la discriminación al hombre porque era “suavecito”, “femenino” o porque era homosexual. Están completamente equivocados. Tienen que conocer la danza como se conoce veterinaria, arqueología, como se conoce cualquier carrera. Esto es una carrera profesional. Aquí hay (homosexuales), no te digo que no hay, pero también hay varones casados con sus hijos, como también puede haber hombres con otras inclinaciones sexuales.
¿Cree que la danza es un estilo de vida?
Tienes que estar convencido de que te gusta la danza y que la danza es sacrificio. Es ser honesto. Dedicación. Primero la danza, luego la danza y por último la danza, y tal vez te quede tiempo para ti como persona. La danza es muy egoísta. Se requiere mucha dedicación, esfuerzo y decisión personal. Si vas a jugar a la danza como hobby, es lo peor que se puede hacer.
¿Nunca deseó abandonar la profesión?
No hay cosa alguna de la que me arrepienta o que piense que me fue mal, pues a lo mejor sí o no tenía dinero para comprar algo. A lo mejor carecía de cosas que la gente normal tenía, porque el sueldo era muy bajo. Eran Q50 lo que ganábamos, ya siendo graduados de la Escuela Nacional de Danza. Además, nos descontaban Q5 para el montepío; con 45 quetzales tenía que pagar donde vivir, comida y transporte. Y todavía una que otra parranda. Son cosas en la vida que se tienen que afrontar. Si frijoles hay para comer, pues frijoles se comen. Hablo de mi caso porque hubo otros que fueron protegidos por sus padres y nunca les hizo falta nada.
¿Cuáles son los bailarines que han influenciado su trabajo?
Toda la vida admiré totalmente a Nureyev. Para mí fue el perfecto en la danza en cuanto a nobleza y físico. Tenía el cuerpo perfecto con las medidas exactas. Su volumen de masa muscular, para mí, es lo mejor y más genial que he visto en mi vida, que las pinturas de Miguel Ángel Buonarroti se asemejan a él, sin que él lo hubiera conocido. Él tenía la anatomía perfecta. Luego en Guatemala admiré a mi amigo Richard Devaux.
Puede hablarme sobre “la mejor época de la danza” en Guatemala. ¿Cuál cree usted que ha sido?
No quiero ser discriminador. Todo momento es importante y lo pasado puede ser el mejor momento de mi vida. Lo que yo viví, puede ser lo mejor, pero es mentira. Se está viviendo ahora: el hoy. La juventud que nosotros hemos formado como maestros, como guías para la danza, están viviendo sus propias glorias y propios fracasos. Eso será inolvidable para ellos dentro de 50 años.
Hay una época que marca la “época de oro” del ballet: 50’s – 70’s. Yo todavía lo alcancé. Las fotografías no mienten. Hay fotos preciosas de los magníficos bailes que hicimos, que ahora los jóvenes las ven y dicen: ¡ay que feo eso! Hemos crecido en enseñarles y en demostrarles que si nosotros fuimos buenos, lo que hay ahora tiene que ser mejor. Ese es el reto.
En el campo académico, ¿qué disfruta de impartir clases?
Cada momento lo he disfrutado. Di clases para niños y niñas de 8 a 12 años en la Escuela Nacional de Danza durante 22 años. Me tocó preparatoria, ya tengo un postgrado en ella. Puedo decir que soy el único que ha aguantado en esta carrera dar tantos años y formar a los bailarines que están ahorita en el Ballet Nacional de Guatemala y el Ballet Moderno y Folklórico. Existen todavía alumnos míos que los conocí de 8 años.
Me formé, me consagré, me doctoré en preparatoria, porque además saqué un curso que nadie más lo lleva en Guatemala que es movimiento de danza creativa. Vino un señor de Estados Unidos a impartirlo a dos mujeres. Ellas hicieron un método y lo transmitieron a nosotros. Fuimos 4 los que nos graduamos en esa metodología de dar movimiento creativo con un fin específico.
¿Y qué me dice de la danza terapia?
Eso surgió después de que vino la danza moderna, contemporánea y el movimiento creativo. Nuestros propios alumnos fueron incursionando dentro de la psicología, y así utilizaron este tipo de movimiento. Es nuevo. Tendrá apenas 15 años de vida. Pero no olvidó dos espectáculos que me traumaron; en uno vomitaron y en el otro defecaron. Es un tipo de expresión y es respetable. A mí no me gusta, porque es muy duro y crítico.
Recordó a su compañero del ballet, Carlos Andrade, quién se graduó de psicólogo y creó el grupo de ballet “Caprichoso” como una fusión de movimiento con psicología para liberar tensiones. No duda que la danza terapia es efectiva porque está hecha por profesionales.
Dígame, ¿cómo es una noche de función en el Teatro Nacional?
En el teatro, en el barrio, en una tarima, en una calle, en un escenario grande o pequeño, es exactamente lo mismo. Si no tienes emoción, estás muerto, no corre sangre por tus venas y no tienes sentimientos. Si no tienes emoción, mejor te vas a la casa, haces pupusas y las vendes. Tengo 30 años de no bailar, pero al verlos me emociono y me entran los nervios.
Bailo con los pies lo que están bailando, porque me fascina. Cuando uno está presente en un escenario con luces, ropa, sonido, maquillaje, hay magia. La danza es un libro de cuentos donde tienes que introducirte para creerlo. Si no estás motivado para que la gente lo crea, no estás haciendo danza de verdad. Hay que creerse si es un pobre, un rico, un animal, una libélula, o una mariposa. Si voy a ser un gato, pues me lo creo.
Así es como Navichoque explicó que todos los papeles que interpretó como bailarín fueron significativos, y los disfrutó de principio a fin. La clave de su éxito es identificar las características del personaje y luego vivirlas para que el público le crea al artista. Añadió que sus coreografías cuentan historias inéditas. No recurre a videos para copiar el trabajo de otros coreógrafos, porque él las inventa como producto de lecturas. El Ballet Nacional, el Ballet Moderno y Folklorico y Danza Usac han presentado sus coreografías y el público las reconoce.
Usted, como director del grupo de Danza Usac, ¿cuál fue su experiencia?
El maestro Manuel Ocampo, bailarín principal de la Escuela Nacional de Danza, y Ana María Pedroni, egresada de la Universidad de San Carlos de Guatemala, formaron éste grupo de danza para que representara a la Usac dentro y fuera de la capital. El Centro Cultural Universitario creyó en mí y vieron mi trabajo. Tal vez caerá mal que hable tan bien de mí, pero no me importa, porque lo que es seguirá siendo. He sido responsable de este grupo porque me gustan las cosas bien hechas. Quedé como sucesor del maestro Ocampo.
Dígame, ¿se siente satisfecho con lo que ha logrado?
Sí, totalmente. Al punto de que si volviera a nacer, quisiera ser exactamente lo mismo sin quitarle un punto ni una coma. Con todos los errores que he cometido, con todos los desastres que he tenido, con todas las satisfacciones que son el 99.99%, lo volvería a hacer. Sin duda alguna.
¿Les daría un consejo a los jóvenes guatemaltecos que deseen incursionar en el mundo de la danza?
Es un reto tener un estilo de vida diferente. No le tengan miedo ni vergüenza, porque así como baila Daddy Yanke, rockeros, salseros y breakeros, es un estilo de vida. Pero debe ser académico porque representa responsabilidad, honestidad, disciplina y no la burla de nadie. Se hacen las cosas bien como un médico, licenciado, abogado, o psicólogo. Atrévanse y busquen, porque en cualquier parte puede haber danza académica.
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