Por Isaías Ramírez, Carolina Ortiz, María España, Karen Quintanilla y Angel Santizo
Los alimentos transgénicos son alimentos modificados mediante biotecnología, lo que permite introducir uno o varios genes que les confieren propiedades especiales. En Guatemala, las semillas modificadas empezaron a comercializarse e importarse en el 2019, con la vigencia del Reglamento Técnico Centroamericano de Bioseguridad de Organismos Vivos Modificados (OVM), lo que trajo consigo opiniones de grupos agrícolas que estaban en contra de esta modalidad, afirmando que el maíz que se cultiva en Guatemala es considerado patrimonio cultural intangible de la nación; y opiniones a favor, resaltando que los transgénicos poseen propiedades en defensa contra las plagas, se obtiene una mayor producción y beneficia a los consumidores con precios bajos.
Julio Ruano, presidente de la Comisión Intersectorial de Biotecnología y asesor de la Gremial de Proveedores de Insumos Agrícolas (Gremiagro), explicó que la importación de granos de este tipo está permitida y se hace desde cualquier país, pero la siembra y producción no se podía hacer hasta que se aprobó en Guatemala, para lo cual se debe cumplir con el trámite de autorización del tipo de semilla, actividad y lugar donde se usará.
Al implementarse estas disposiciones en Guatemala, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (Maga) puso en vigencia el Acuerdo 270 - 2019 para crear el Comité Técnico de Bioseguridad Agrícola de Guatemala (CTBAG) encargado de evaluar las solicitudes de las empresas de importación, comercialización, siembra y producción de transgénicos para el uso agropecuario.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que los alimentos genéticamente modificados (GM) que se pueden obtener en el mercado internacional, han superado evaluaciones de riesgo, y no es probable que presenten peligros para la salud humana. Aunque los alimentos se evalúan caso por caso, el ente internacional considera que es imposible hacer una declaración de inocuidad de todos los alimentos GM.
La OMS ejerce un papel importante respecto a los alimentos GM, velando para que la salud pública pueda beneficiarse de la nueva tecnología, y así asegurarse de que no se vea afectada por el consumo de estos. “La aplicación continua de las evaluaciones de seguridad basada en los principios del Codex Alimentarius (Código de alimentación), y una adecuada vigilancia a la comercialización, debe servir de base para garantizar la seguridad de los alimentos modificados genéticamente”, expresó la OMS.
Rechazan normativa
Tras la toma de decisiones sobre los transgénicos en el país, diferentes organizaciones efectuaron una manifestación frente a la Corte de Constitucionalidad (CC) para rechazar el acuerdo que permite la producción y comercialización de semillas genéticamente modificadas.
Eduardo Wuqaj, integrante de la Red Nacional por la Defensa de la Soberanía Alimentaria de Guatemala (Redsag), explicó que rechaza la normativa porque se excluye a los pueblos indígenas y campesinos.
Además, aseguró que el maíz que se cultiva en el país es considerado patrimonio cultural intangible de la nación, y al permitir que se introduzcan semillas modificadas existe el riesgo de contaminación de germoplasma nativo; y que el maíz, al venderse en grandes casas comercializadoras puede saturar el mercado, por lo que se comercializará en un precio menor, afectando a las familias que se dedican a la agricultura. Cabe mencionar que el germoplasma es el conjunto de genes que se transmiten por medio de células reproductoras, las cuales no se encuentran en los alimentos GM.
“Los transgénicos representan una amenaza para las especies nativas y criollas, porque ninguna de las medidas de bioseguridad garantiza evitar la contaminación genética de nuestra biodiversidad, como el maíz, que representa la base de nuestra alimentación”, manifestaron los colectivos.
La arista económica en la industria agronómica
La modificación genética de las semillas para producción masiva agrícola puede tener un posible aumento en el costo económico, debido a problemas en el manejo del cultivo como resultado de unir un producto genéticamente modificado a uno que no y que este adquiera las características del primero, así lo explica el CTBAG, por medio del formulario de opinión técnica, parte fundamental del Manual de Procedimientos Técnicos para Uso Confinado, Experimental, Pre-comercial y Comercial de Semilla Genéticamente Modificada Derivado de la Implementación del Reglamento Técnico de Bioseguridad.
La regulación comercial y el uso de los organismos modificados están estrictamente dirigidos y detallados en el Protocolo de Cartagena sobre la Seguridad de la Biotecnología del Convenio sobre Diversidad Biológica.
Respecto de los beneficios económicos que conlleva la modificación genética de organismos vivos, estos dependen de factores externos a su realización; por ejemplo, el deseo de compra de nuevos consumidores, requisitos reglamentarios, y los costos de producción.
No obstante, es posible que algunos agricultores que adopten estas nuevas tecnologías, hayan logrado ciertos beneficios como el aumento de su producción. Mientras que, el consumidor, generalmente obtiene provecho, debido a que la tecnología permite que los precios bajen.
De acuerdo con la publicación El Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), las investigaciones económicas muestran que los cultivos transgénicos pueden generar beneficios para la explotación agrícola en los casos en que resuelvan graves problemas de producción y los agricultores tengan acceso a las tecnologías. Sin embargo, dichas condiciones se han dado solo en países que han contado con las innovaciones tecnológicas brindadas por el sector privado.
En Guatemala, las primeras semillas genéticamente modificadas fueron de maíz, soya, sorgo (maicillo), papa y banano. El Maga ha importado alrededor de 11.5 millones de toneladas de maíz transgénico, lo que no fue bien visto por diferentes comunidades indígenas que consideran sagrado este cultivo. Por su parte, el sector azucarero encuentra viable producir con variedades transgénicas.
Ahora que el país ya cuenta con alimentos transgénicos, es importante disponer de una ley o entidad que los regule; pero esto no sucede. Guatemala se rige por el Protocolo de Cartagena y el uso de alimentos GM está avalado por el Ministerio de Economía (Mineco), el Maga y el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap).
La Cámara del Agro expresa que su objetivo es promover el incremento del empleo formal con cobertura social, fomentando una cultura de cumplimiento de la legalidad laboral que permita la generación de empleo digno en el sector agropecuario, agroindustrial y agroexportador. Dentro de sus propuestas, se intenta erradicar el trabajo infantil.
Asimismo, la institución gremial considera que de ser formalizado el empleo dentro de la agricultura, desaparecería el subempleo y el trabajo infantil, debido a la regulación de estos, con derechos laborales adecuados para todas las personas involucradas.
Además, es importante resaltar entre las muchas oportunidades del campo agronómico, la gestión ambiental y de cambio climático, por ello se debería capacitar a todo el sector agro acerca de los temas, generar estudios e investigaciones con el fin de fortalecer la Comisión de Ambiente y Cambio Climático de Cámara del Agro, como lo expone en su Guía de Reglamento de Salud y Seguridad Ocupacional.
Semillas modificadas: ¿desarrollo o conflicto?
Sin embargo, para la organización Mujeres en Movimienta, el impacto de la modificación genética es directo en la biodiversidad y soberanía alimentaria. Aseguran que el Reglamento Técnico de Bioseguridad de Organismos Vivos Modificados para Uso Agropecuario “no significa ningún tipo de oportunidad” para los pueblos indígenas, debido a que las semillas podrían ser monopolizadas y privatizadas de acuerdo con Monsanto.
“El cuerpo es nuestro primer territorio de defensa. Luchar y proteger la tierra, los ríos, el agua y la biodiversidad es defender la vida. La comida es parte de la biodiversidad, esta debe ser de circulación libre para que los pueblos podamos crecer”, señaló la organización de mujeres.
El activista ecologista Julio González indicó que los transgénicos son especies vegetales para la alimentación que han sido tratadas en laboratorios, y que carecen del gen reproductor. Agregó que dichas semillas necesitan agroquímicos como pesticidas y abonos especiales.
Respecto del impacto en las comunidades y agricultura, González comentó que “Guatemala es reconocido como un centro de origen de especies” por la evolución de semillas nativas desde los Mayas hasta la actualidad, y la introducción de transgénicos representa “una alteración del ecosistema y despojo de la propiedad cultural de las semillas”.
Rony Trujillo, biólogo, mencionó que la biotecnología moderna ofrece grandes beneficios a la sociedad y un ejemplo es la insulina recombinante; sin embargo, uno de los principales riesgos es la pérdida de soberanía sobre la biodiversidad del territorio.
Uno de los grandes beneficios de las semillas modificadas es que poseen propiedades de defensa contra las plagas. Trujillo acepta que aunque es un buen aspecto, también puede generar la privatización sobre la propiedad de las especies y causar daños a los pequeños agricultores.
"Un riesgo puede ser la polinización cruzada entre cultivos transgénicos y cultivos no transgénicos. Otro riesgo es que puede ocurrir pérdida de variedades locales o erosión genética al verse favorecida la uniformidad de las especies", señaló el biólogo.
Trujillo aboga por no desacreditar los grandes avances de esta tecnología y finalizó asegurando: "es necesario que la biotecnología esté al servicio de la humanidad y no de procesos mercantilistas que externalizan las implicaciones ambientales, sociales y culturales de este tipo de tecnologías y de las leyes que las amparan".
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